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¿Cuántos alimentos se pierden en el campo?

Inga Seliverstova/ Pexels

Un artículo escrito por María Ángeles Fernández-Zamudio y Héctor Barco, publicado en Agrícola Vergel, analiza el problema de las pérdidas de alimentos en el origen. Para ello han cuantificado las pérdidas que se producen de caquis en la Comunitat Valenciana.

Al principio del artículo se explica la diferencia de definiciones propuesta por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agircultura (FAO), por un lado están las «pérdidas de alimentos» que son los alimentos que se quedan sin utilizar en la cosecha. Por otro lado estaría lo llamado «desperdicio alimentario», que son los alimentos no consumidos por las personas, un desperdicio que se da sobre todo en la distribución y el consumo.

En general hay una falta de estandarización de los datos, algo que complica la comparación. La mayoría de estudios se basan en estimaciones o usan metodologías con baja fiabilidad. Y en general analizan el desperdicio en la fase de consumo final.

Recientemente la Union Europea ha aprobado una Decisión Delegada para desarrollar una metodología común. Con esto se obliga a los Estados a cuantificar el desperdicio a lo largo de toda la cadena y aportan ideas para crear un método común. Esta medición excluye a los productos no cosechados y que quedan en los campos. Las pérdidas se empezarían a contar a partir de los alimentos cosechados, obviando los que quedan en terreno. Una propuesta contraria a otras como la del Codex Alimentario.

No contar los alimentos que no son cosechados como pérdidas, es el criterio tomado en cuenta también por la Agenda 2030. Seguramente sea por la falta de trabajos que se han realizado en terreno. Solo se propone medir la cantidad de alimentos no cosechados si tiene una magnitud relevante.

No medir las pérdidas de alimentos no cosechados va en contra de la promoción de una alimentación sostenible. Además no dar salida a lo producido reduce los ingresos e impide llegar a una rentabilidad mínima.

Además de hacer un análisis de esta cuestión cuantificaron las pérdidas de caqui durante la campaña 2019/2020 en la Comunidad Valenciana, tanto en la cosecha como en la fase posterior, el almacén. La cuantificación se realizó en doce parcelas de la Ribera Alta, gestionadas por la misma cooperativa, con resultados que se pueden extrapolar al resto del territorio.

Los resultados fueron que hubo pérdidas del 11,4%. La razones de estas pérdidas fueron agrupadas en 7 clases. Los motivos y posibles soluciones son explicadas en el artículo.

También se analizaron las pérdidas que surgieron en el almacén por no tener calidad comercial, una cifra que alcanza más de un 16% de lo cosechado. Estos caquis suelen recuperarse para alimento animal o para fabricar zumos. Pero se pueden considerar comno una pérdida, ya que suponen menores ingresos para el/la productor/a y una pérdida económica.

Según Fernández-Zamudio y Barco medir estas pérdidas es una cuestión de justicia social con los/as productores/as. Intensificar la agricultura para sobreproducir y obtener alimentos que no tienen salida comercial es insostenible.

Se debe realizar una revisión de los estandares, suavizar las exigencias actuales y vigilar las prácticas desleales. Además de concienciar a los/as consumidores/as para valorar alimentos no perfectos. Es una cuestión social, económica y medioambiental.

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