La judía es hortaliza por fuera y legumbre por dentro. Se considera botánicamente como una legumbre, se come como una hortaliza.
Una vez maduras, las vainas pierden valor nutritivo y únicamente se aprovechan las semillas en estado fresco o seco. Entonces sí se consume como legumbre.
Tiene pocas calorías pues en su composición hay un alto porcentaje de agua (90%) y apenas contiene grasa. El resto está constituido por hidratos de carbono y una pequeña proporción de proteínas , que la convierten en un alimento de fácil digestión.
Además, cuenta con un notable aporte en fibra. Es rica sobre todo en vitamina C (23,4 mg/100 g), aunque también en vitaminas del grupo B, como la B6 (0,22 mg) y la B9 o ácido fólico (60 mcg).
Cómo conservar y consumir
Conviene elegir judías bien frescas y comerlas en pocos días, pues sus azúcares se consumen enseguida. Por esta razón, y por su origen subtropical, no se conservan bien en el frío de la nevera, y pierden dulzor con facilidad.
Se comercializan fundamentalmente dos variedades: las de vaina ancha y las más estrechas de forma cilíndrica, que contrastan con el aspecto aplanado de las anteriores.
La judía verde es muy poco exigente en la cocina, pues con lavarla y cortarle las puntas puede disfrutarse en su punto en unos pocos minutos de cocción.
A esta verdura le sientan bien los salteados rápidos, que se pueden realizar en un wok a la manera tradicional.