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Mandarina

Su grato dulzor, su escaso grado de acidez y la suavidad de su pulpa, hacen de este cítrico una de las frutas más populares.

Como sus parientes cítricos, la naranja, el pomelo y el limón, su pulpa está formada por numerosas vesículas llenas de jugo rico en vitamina C, flavonoides, betacaroteno y aceites esenciales.

Aunque no es tan rica en vitamina C como la naranja, su aporte no deja de ser considerable y se acompaña de una mayor presencia de betacaroteno o provitamina A que en la naranja.

Destaca su riqueza en ácido fólico. También contiene pequeñas dosis de B1, B2 y B6.

El mineral que más abunda en la mandarina es el potasio, necesario para la generación y transmisión de los impulsos nerviosos, la actividad muscular y el equilibrio hídrico de las células. También aporta calcio y magnesio y, en menor cantidad, hierro y cinc y fósforo.

Cómo conservar y consumir

La mandarina aguanta bien a temperatura ambiente en un lugar fresco.

La mandarina es el cítrico más fácil de pelar y de comer. Por eso se suele comer entera, con lo que se aprovechan todos los compuestos beneficiosos.

Pero las mandarinas son versátiles y ofrecen al cocinero la oportunidad de innovar en los platos. Aparte de los gajos, se pueden aprovechar la cáscara, el jugo e incluso las hojas en infusión.

Foto: . Hermann & F. Richter en Pixabay. – Fuente: Cuerpomente.

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