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Poco calórico, el kiwi ofrece una cantidad y variedad sorprendente de nutrientes. Una pieza de unos 70 g aporta más vitamina C de la que se necesita al día.

Contiene cantidades notables de fibra soluble que regula los niveles de colesterol, triglicéridos y azúcar en la sangre, e insoluble, que previene el estreñimiento.

Es además rico en ácido fólico y en vitamina E y C.

Es además una de las pocas frutas que en sus semillas tiene omega 3, las grasas más sanas para el corazón y el cerebro.

Cómo consumir

Aunque pueda sorprender, la piel del kiwi es comestible y sana. Solo hay que lavarla bien con un cepillo y eliminar la pelusa.

Existen tres motivos para comer los kiwis con piel. El primero es que en las frutas, en general, la concentración de vitaminas disminuye de la superficie al centro.

El segundo es que la piel del kiwi contiene, además, abundante vitamina E. 

El tercer motivo es que la piel contiene flavonoides antioxidantes que refuerzan el efecto de las vitaminas C y E.

Para comer el kiwi  conviene partirlo por la mitad y comer cada parte con una cucharita, pues en rodajas pierde más rápidamente las vitaminas.

A la hora de cocinarlo, hay que hacerlo ligeramente. En los postres, se incluye en macedonias, carpaccios, zumos, tartas…

Foto: S. Hermann & F. Richter en Pixabay. – Fuente: Cuerpomente.