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Alimentación y cambio climático, nuevos hábitos para un compromiso inaplazable

Surasak Saenjai / Shutterstock – FAO

Luchar contra el cambio climático pasa también por cuidar la manera de comer, nuestra manera de comprar y nuestro desperdicio. El último informe de expertos de la ONU apunta directamente a nuestros estómagos, no solo a la industria, desplazamientos, etc.

El desperdicio de alimentos causa el 10% de todas las emisiones de gases de efecto invernadero de origen humano, de los que el principal es el CO2. Producir alimentos emite CO2, desde la agricultura que le come terreno al bosque hasta el transporte por camión, avión o barco, y la gestión de nuestros residuos y desperdicio.

Y no hay que olvidar que tirar cualquier alimento a la basura es solo una de las formas de desperdiciar alimentos. La otra es comérselos sin hambre ni necesidad.

El desperdicio no solo afecta a los precios de los alimentos y disponibilidad de los mismos para todo el planeta, sino que también contamina ¡y mucho!

«Algunas dietas requieren más agua y más tierra, y causan más emisiones de gases que aumentan el calentamiento global. Las dietas balanceadas con más alimentos a base de granos, legumbres, frutas y verduras y con alimentos animales producidos de manera sostenible, presentan oportunidades para limitar el cambio climático”, asegura la experta Debra Roberts.

La seguridad alimentaria y el cambio climático están interconectados y las decisiones que tomamos hoy son vitales para un futuro con seguridad alimentaria para todas las personas y para frenar la degradación del planeta.

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