Es una de las verduras que se conoce desde épocas más antiguas (600 años a. C.).
Es un alimento rico en vitaminas y minerales. Es una fuente de hierro y magnesio, así como de vitamina (fundamentalmente beta-carotenos) y vitamina C.
Poseen carotenoides que ejercen una acción antioxidante, por lo que podrían disminuir el riesgo de padecer algunas afecciones cardiovasculares, y algunos tipos de cáncer.
Se pueden encontrar en diferentes colores y se recolectan durante casi todo el año.
Cómo conservar y consumir
Antes de cocinarla conviene lavarla bien en agua fría, pues suele contener tierra.
Están riquísimas, y no hay platos más sencillos, que acompañadas con patatas o troceadas muy finamente con un buen plato de arroz hervido.
Para evitar que ennegrezcan durante la cocción, pueden tenerse previamente en agua un poco salada uno o dos minutos, o rociarse con jugo de limón o vinagre.
Se trata de una hortaliza frágil que se conserva cinco días como máximo (sin lavar y en una bolsa de plástico perforada). Si se van a congelar las acelgas, es muy importante escaldar las hojas primero para evitar que se estropeen.